viernes, 8 de octubre de 2010

La Cruz Templaria















Las encomiendas están profusamente presididas por Cristos crucificados sobre troncos de árbol, como queriendo resaltar la fuerza de la naturaleza y su relación con la divinidad. En otros casos, sus iglesias están bajo al advocación de la Vera Cruz, o la Santa Cruz, guardándose en ellas relicarios en forma de cruz patriarcal, que contienen fragmentos del Lignum Crucis. A pesar de la presencia de éstas y otras cruces hay que recordar que en el proceso contra ellos se les acusó de no mostrar culto hacia la cruz.

La Cruz templaria nació con Eugenio III, en un capítulo extraordinario de la Orden celebrado el 27 (o 24) de abril de 1147 (1146 en otros libros), creo recordar que en la casa del Temple de París, al que asistió el citado Pontífice. Todos los caballeros con mantos blancos sentados alrededor del Papa, en un Capítulo fuera de lo normal, en el que se aprobaron algunas prerrogativas de la Orden y, entre ellas, el derecho a llevar una cruz. Las remisiones a ese encuentro señalan que la cruz a la que se refieren las actas es una cruz simple o sencilla, es decir, si alguien puede rememorarlo mejor así, se trata de una cruz roja, como la de la mega-ONG. Además, indica dónde debe colocarse: "sobre el hombro izquierdo, encima del corazón" (por cierto, este antecedente hace pensar que los predecesores del papa Clemente V sabían, o al menos tuvieron alguna experiencia al respecto, que en los capítulos de la Orden del Temple no pasaba nada especial, pecaminoso, ni mucho menos, herético). Este templario inicial se suele asemejar al que aparece en un vitral de la iglesia de Saint-Denis, con una cruz simple sobre el corazón, formada con dos trozos de tela roja iguales y superpuestos. Esta imagen de cruz sencilla permanece durante mucho tiempo en diversos lugares. Por ejemplo, entre las discordias habidas entre Alfonso X y su hijo Sancho, y para que el rey se garantizase el apoyo de los templarios, les concede el dominio de Frejenal (Badajoz, al lado de Jerez de los Caballeros), bajo diploma expedido el 8 de marzo de 1283; remodelando el castillo los del Temple y colocando su insignia sobre la puerta: una cruz sencilla de color rojo (Campomanes, pág. 49).

Los hechos que rodean el Capítulo Extraordinario de París se resumen en: carta de Melisenda, reina de Jerusalén, a Eugenio III pidiendo socorro, pues acaba de caer Edessa, en el año 1145; entrevista del obispo de Jabala, embajador de Jerusalén y Antioquía, con el Papa en la ciudad de Viterbo; Eugenio III convoca la II Cruzada el 1 de diciembre de 1145; pregón de San Bernardo y llamamiento a la cruzada en Vezelay, el 31 de marzo de 1146, con predicación y propaganda intensa y entusiasta del monje cisterciense, sin el cual, me atrevo a decir, no habría arrancado esa cruzada jamás; y, por último, los reyes Conrado de Alemania y Luis VII de Francia parten hacia Tierra Santa en la primavera del año 1147.

Esta autorización papal de Eugenio III, no ha de llevar a engaño, porque como en tantas otras ocasiones la Orden actuaba sobre hechos consumados, caso, por ejemplo, de la creación de la Orden en 1118, y posteriormente su legitimización papal en el año 1128, pero si lo hago es por ciertas razones (quién tenga oídos que oiga). Uno de los testimonios sobre la cruz nos lo da Jacques de Vitry, Obispo de Acre (1214), que llegó a Patriarca de Jerusalén (1239), el cual en su "Historia Orientalis" dice del Temple: "El qual Templo tiene buenos Cavalleros, que traen Capas blancas, con una Cruz roxa fencilla: una Vandera, ó Eftandarte de dos colores, que llaman baucant, va delante de ellos en las batallas."

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