sábado, 20 de febrero de 2010

Desde el otro costado

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEic7vMx0q1Cd-M7gn7F_pdsF0XG38v6NgFcU5b-Rd4LLqwHq35E8g_ZIqpWSkfv6H0LveAYcNzt0BtpBfwBrDuym6FepMrBL6BgYA-ry1ZS7Wxg4CwFQS6yDhz3sdi6uDCHrK3b7cUYSaw/s400/Dal%C3%AD+-+Dal%C3%AD+a+los+seis+a%C3%B1os+cuando+cre%C3%ADa+ser+una+ni%C3%B1a,+levantando+la+piel+del+agua+para+ver+a+un+perro+que+duerme+a+la+sombra+del+agua+(1950).jpg


Ha pasado algun tiempo. El tiempo pasa y no deja nada. Lleva, arrastra muchas cosas consigo. El vacío, deja el vacío. Dejarse vaciar por el tiempo como se dejan vaciar los pequeños crustáceos y moluscos por el mar. El tiempo es como el mar. Nos va gastando hasta que somos transparentes. Nos da la transparencia para que el mundo pueda verse a través de nosotros o pueda oírse como oímos el sempiterno rumor del mar en la concavidad de una caracola. El mar, el tiempo, alrededores de lo que no podemos medir y nos contiene.

[José Ángel Valente: Fragmentos de un libro futuro]

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